Diana Bellessi: “¿Habré logrado invitarlos a entregarse a la lectura de un poema? Tan pequeño, una valijita portable donde cabe un mundo, donde entra un solo sujeto, un héroe a la intemperie, el lector, y se encuentra con los otros, los que le dan su humanidad. ¿Cuánto tarda la lectura de un poema?: segundos, o minutos, pero si lo hemos leído con atención, apenas si lo volvemos a leer una vez más, para reforzar esa atención, su efecto parece resonar en nosotros tanto tiempo. ¿Quién no recuerda un verso, de una canción por ejemplo, prima hermana del poema? Para repetirlo a solas, o a otros, ¿quién no se crió con un verso, una canción de cuna o de ronda?, ¿quién no recurre a él, no una, sino miles de veces a lo largo de la vida? Nuestro idioma respira en versos”.
Inés Garland: “La excitación de escuchar un cuento nos viene desde la época en que nos juntábamos alrededor del fuego. Todavía nos duele la espalda porque no nos acostumbramos a caminar erguidos a pesar de los miles de años que han pasado desde el primer hombre que abandonó la posición cuadrúpeda, así que mucho menos estamos preparados para prescindir de los cuentos. Los cuentos son la puerta de entrada a la literatura y la literatura es una de las puertas de entrada a nosotros mismos, a nuestra difícil, maravillosa y conmovedora condición humana”.
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