Un sillón de terciopelo verde, un hombre que lee una novela, un ventanal que da al bosque de robles, una amenaza, un relato dentro de otro que se multiplica hasta el infinito. Nos pareció una buena metáfora, un buen nombre para un taller de lectura. Además de un homenaje a Cortázar y a su magnifico cuento "Continuidad de los parques". Así que recostémonos en este cómodo sillón y comencemos nuestra tarea placentera libro en mano.

Fuegos Artificiales


Serían las tres de la mañana cuando sonó el estampido. El tonto lo escuchó desde el lugar donde dormía no lejos de la cocina, y ya estaba por salir a ver jugar a los chicos desde el mirador, casi junto al portón que daba al camino. La atracción del ruido de pólvora de los fuegos artificiales era irresistible para él. Siempre le pasaba así desde que vio por primera vez encenderse las luces de bengala Y escuchar el estampido seco de los cohetes en aquella Navidad lejana. Con un gesto anhelante, se quedaba entonces absorto ante la trayectoria luminosa de la pólvora encendida A veces los chicos, cuando lo descubrían o lo espiaban, venían hacia él para darle que sostuviera la mecha; a veces también le ataban cohetes en la parte trasera de los tiradores y se desternilla de risa viéndole correr como un caballo loco.
La mujer había terminado por franquearle la puerta dé su cuarto porque en ese calor interminable que le abrasaba el cuerpo, en las noches, necesitaba del hombre Pero esa noche ella no esperaba al cazador de serpientes y yacarés que de pronto, antes de que el otro termjnara de abandonar el lecho Cálido y subrepticio, apareció con la linterna perforando el azulado follaje de los árboles junto al camino y llegó hasta el patio de la casa dando órdenes a los gritos.
Entonces descolgó la escopeta
El idiota también escuchó el estampido seco, ro tundo, solitario, pero esa vez cuando salió no encontró a nadie, no sintió la carrera ni los gritos de los chicos, ni vio las luces de las cañas encendidas. Solo vio la Oscuridad y penetró en el patio que era más bien un canchón donde estacionaban los carros y a veces pernoctaban los caballos, las va cas, los peones y los cerdos. Cuando éi llegó la mujer le dijo, entregándole  lo que  todavía sostenía entre sus manos: “tomá,  agarrá”. Con esto se hacen “fuegos artificiales» El obedeció con entusiasmo y aún alcanzó a disparar el otro tiro haciendo que la bala pasara rozando sobre el tejado hasta perderse entre los cocoteros rumbo al río. Vio el leve fulgor de la explosión en el percutor y escuchó nuevamente el mismo ruido, pero en cambio no vio el cuerpo del cazador de serpientes y yacarés caído junto al gran cantero en el centro del patio, ni al otro hombre que sigilosamente se alejaba a grandes pasos hacia el fondo. Entonces la mujer comenzó a dar alaridos agitando  el pecho y meciéndose los largos cabellos humedecidos por la transpiración.. Hasta que los demás llegaron.


Extraído de Héctor Tizón, El jactancioso y la Bella, C.E.A.L, Buenos Aires, 1972. 

Héctor Tizón nació el 21 de octubre de 1929 en Yala, provincia de Jujuy. Fue abogado, periodista, diplomático, exiliado y regresado. Por estos días es Juez de la Corte Suprema en su provincia natal y uno de los mejores escritores de lengua española. Ha viajado largamente por el mundo; como diplomático de 1958 a 1962, como exiliado de 1976 a 1982. Vivió en México, París, Milán y Madrid, pero "su lugar en el mundo", al que vuelve una y otra vez, es Yala, Jujuy. Su primer libro fue publicado en México en 1960, A un costado de los rieles. Parte de su obra, siempre fiel a sus raíces y su lugar de origen con sus mitos e historias, ha sido traducida al francés, inglés, ruso, polaco y alemán. A su actividad profesional como juez y escritor, le suma también el de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, "cargo" que le otorgara el gobierno francés recientemente.
Entre sus obras:
  • A un costado de los rieles (1960)
  • Fuego en Casabindo (1969)
  • El cantar del profeta y el bandido (1972)
  • El jactancioso y la bella (1972)
  • Sota de bastos, caballo de espadas (1975)
  • El traidor venerado (1978)
  • La casa y el viento (1984)
  • Recuento (1984) (antología personal)
  • El hombre que llegó a un pueblo (1988)
  • El gallo blanco (1992)






  • Luz de las crueles provincias (1995)






  • La mujer de Strasser (1997)






  • Obra completa (1998)
  • Extraño y pálido fulgor (1999)
 Fuente: Literatura.org

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