Un sillón de terciopelo verde, un hombre que lee una novela, un ventanal que da al bosque de robles, una amenaza, un relato dentro de otro que se multiplica hasta el infinito. Nos pareció una buena metáfora, un buen nombre para un taller de lectura. Además de un homenaje a Cortázar y a su magnifico cuento "Continuidad de los parques". Así que recostémonos en este cómodo sillón y comencemos nuestra tarea placentera libro en mano.

Higos, Marosa Di Giorgio


Mamá, esta tarde es nuestra. Papá estará en la labranza; tu labor es pequeña y celeste, o tienes un plato con dulces de higo. El higo parece un santo; mira sus vestidos color violeta y color de azúcar.
Dices: ¡Estos higos! ¡Cómo brotan! Están extraordinarios. Los llevaré a la iglesia.
– Sí. (Por ahí alguien te responde). Que los maten. Estos higos son el diablo.
Decimos que no y que no, con la cabeza. Pero, desde los higos saltan dos penes rojos, morados, diminutos. Uno para cada una.
Vienen a nosotras; nos pasan los cendales, haciendo una leve escritura en la superficie, se van a lo hondo y allí trazan fuertes letras, rodeadas de diabluras.
Nos cubrimos la cara con el manto, con las manos.
Locas de vergüenza y gusto.
Por unos segundos estamos encintas, luego nos ruedan gotas de néctar por las piernas y se van al suelo.
Y mañana nacen unos seres chiquititos, misteriosos, abrillantados.
Que se parecen a los higos, a mí y a mamá.
Nos vestimos de blanco para estas citas.

1 comentario:

maria cristina dijo...

Higos! Mi infancia rodeada de higueras, una delicia subir con la escalera junto a mis papá y recoger los verdes o violetas, (blancos o negros para el común) Panzada posterior y gran felicidad! Un abrazote Adriana y Muy Feliz 2014!